El 2015 estuvo marcado por una fuerte fragmentación partidaria en el Congreso, y la dificultad de crear grandes mayorías legislativas para tomar decisiones centrales en el sistema político. El Ejecutivo sufrió un fuerte desgaste de su imagen que dificultó la gestión de los asuntos públicos. Bajo tal escenario de alta interdependencia política, el resultado evidente es la anulación de los actores políticos y sus iniciativas, pues, al depender unos de otros, se encuentran sumidos en el plano de la inacción real.