El texto analiza el proceso de desdemocratización de Nicaragua a partir de tres fenómenos: la instauración progresiva de elecciones autoritarias a partir de 2007, la reforma de la Constitución de 2014, con la que el sistema político vuelve a convertirse en hiperpresidencial de iure, y la capacidad de Ortega de establecer una amplia política de alianzas mediante una lógica caudillista con pretensiones hegemónicas. En las conclusiones se pretende calificar el tipo de régimen que se ha consolidado en Nicaragua y cómo la deriva autoritaria ha intentado despojar cualquier tipo de incertidumbre respecto de las elecciones de 2016.