La Nueva Gestión Pública es el paradigma que ha inspirado las reformas de modernización del Estado a nivel mundial. En 1998 el gobierno de Chile instauró el uso de instrumentos de evaluación de desempeño vinculados a incentivos económicos, y en 2004 creó un sistema de selección de altos directivos públicos, que permitiría que los servicios públicos tuviesen en la jefatura a personas con las capacidades profesionales apropiadas para desempeñar sus cargos. Tomando una postura crítica respecto de la utilidad de estos sistemas, este artículo muestra que en Chile el uso de instrumentos de evaluación de desempeño no ha generado los efectos teóricos esperados; en cambio, el sistema de alta dirección pública ha contribuido positivamente a la eficiencia del gasto público.