El Salvador sigue luchando con altos niveles de violencia criminal perpetrada por maras, las organizaciones narcotraficantes, miembros de las fuerzas de seguridad, y otros grupos delictivos. La Oficina de la Fiscalía General de la República y los tribunales han tomado algunas medidas positivas hacia la lucha contra la impunidad para la corriente y los crímenes de la época de la guerra civil. Sin embargo, una historia de corrupción y favoritismo dentro de esas instituciones siguen a socavar la fe de los ciudadanos en la legitimidad de sus acciones. Por último, El Salvador enfrenta un camino difícil por delante caracterizado por incertidumbre sobre las consecuencias de una ley de amnistía volcada, las bajas tasas de crecimiento económico y un nuevo presidente en la Casa Blanca de los Estados Unidos.