El balance del 2016 para México es de saldo negativo: no solo las condiciones nacionales de violencia y descontento social siguieron empeorando sino que una coyuntura internacional particular —caracterizada por una situación económica volátil con el precio del petróleo y el valor del peso por los suelos y unas elecciones presidenciales norteamericanas que culminaron con Donald Trump como ganador— hicieron que el año registrara cifras sin precedentes de impopularidad presidencial, corrupción generalizada y falta de legitimidad en todos los niveles de gobierno y en la democracia misma.