El artículo trata de explicar por qué, mismo sin haber ingresado como miembro del proceso de integración europea, Noruega decidió reforzar la cooperación con la Unión Europea en cuestiones relacionadas con la seguridad internacional en la posguerra fría. El argumento central señala que, aunque el Estado tenga un conjunto de valores y principios relacionados con los miembros del bloque, la preservación de la autonomía en relación con otros países de Europa fue uno de los elementos vinculados a la construcción de su identidad internacional. Sin embargo, dados los desafíos a la seguridad internacional tras el fin del mundo bipolar, Noruega ha mostrado interés en cooperar más con el bloque sin cambiar sustancialmente su identidad atlantista en materia de seguridad.