En 2022, Chile enfrentó dos eventos inéditos en su historia reciente: la llegada de una nueva generación política a La Moneda y el desenlace de un proceso constitucional consensuado y participativo. Aunque la primacía de fuerzas progresistas a comienzos de año auguraba cambios sustantivos, una sorpresiva ola conservadora en la segunda parte vino a desmantelar esas expectativas. En este artículo, analizo tres procesos críticos que ayudan a explicar la reciente trayectoria variable de la política chilena durante 2022. En primer lugar, estudio la Convención Constituyente y el proceso de descrédito que enfrentó ante los ciudadanos. Basándome en encuestas de opinión, muestro cómo los escándalos de sus miembros, la priorización de medidas desapegadas de la mayoría, y contenidos altamente divisivos contribuyeron a su derrota electoral. Segundo, examino el primer año de gobierno de Gabriel Boric, poniendo el foco en sus acciones y discursos y cómo ellos debieron reajustarse ante el cambio en las circunstancias del país. Por último, analizo la evolución de tres amenazas a la seguridad interior: las protestas violentas, la violencia criminal y las insurgencias indígenas. Utilizando datos cuantitativos, ilustro cómo estos problemas se han intensificado y cómo esto ha influido en un pesimismo creciente en el país.