El autor investiga la génesis de la noción de gobierno representativo en los siglos XVIII y XIX, que es el antecedente histórico de las democracias representativas de nuestros días. Inicialmente, el gobierno representativo aparece relacionado con el Estado de derecho, la división de poderes y el principio de soberanía popular. O sea, como una de las características del régimen político moderado. En su evolución, el sistema representativo tiene como trasfondo la imposibilidad de recrear la democracia directa de los antiguos, que durante siglos fue idealizada como el único régimen fundado en la soberanía del pueblo. En el siglo XVIII, la representación adquiere un fuerte impulso teórico, que sirve de base a la elaboración de las primeras ideas sistemáticas en torno al gobierno representativo. Se puede decir que ese impulso dura dos siglos, a través de los cuales se diseña un sistema en el cual la representación responde al desafío de las condiciones impuestas por el espacio territorial, la población, el tamaño de la ciudadanía, el tiempo disponible para los asuntos públicos y la complejidad de la sociedad civil y de la acción gubernativa, a la fundación del Estado y el régimen político sobre el principio de la soberanía del pueblo.
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