En este artículo el autor pretende trasladar el foco de atención de la llamada transitología desde la estabilización democrática, que se remite a consideraciones más bien formales e institucionales, hacia consideraciones cualitativas que permitan evaluar los sistemas democráticos resultantes. Con este objeto, se revisan diversas líneas recientes de reinterpretación del sentido de la representación democrática, en el contexto de mundialización de la política, la economía y la cultura. En relación a América Latina en particular, se argumenta que se ha dado un paso muy significativo, pero que aún faltan tres por llevarse a cabo. Parece haberse superado el ciclo fatal de democracias sin autoridad, y regímenes militares veleidosos. Sin embargo, aún no se alcanza una democratización social, no se ha superado la tentación populista, ni se ha asumido el desafío de ciudadanías crecientemente plurales.