Bajo la idea que la universidad debería ser, sobre todo en nuestro tiempo, una institución educativa con capacidad no sólo de elaborar y transmitir conocimientos académicos específicos, sino también y sobre todo de formar personas, la autora analiza los caminos para encontrar la solución adecuada, en la universidad, al problema de la formación en valores. Para ello, se recogen las causas internas por las cuales este propósito no es abordado en forma explícita y organizada en los currículos y en cada una de las disciplinas en los institutos de educación superior. Se sostiene, también, que existen factores externos a las propias universidades que dificultan el abordar esta labor educativa.